17 de junio de 2010

Olvidar por un momento



El autobús ceñía su camino firme e inexorable sobre la carretera, el movimiento es justo el necesario para fomentar el sueño, a pesar de los paisajes que el camino ofrece, hay cosas que simplemente llenan la mente de burbujas metálicas (llenas de aire pero difíciles de romper), ahí estaba de nuevo en el asiento 14, su numero de la suerte, junto a la ventanilla, con una persona cualquiera sentada a su lado que dormía placidamente, arrullado por el motor a toda velocidad y el bamboleo de la nave.

¿Qué si mañana? ¿Qué si tal vez? ¿Qué si no se que? ¿Qué si no se cuanto? Tantas burbujas metálicas bullendo en la mente, tantas cuestiones que finalmente no tienen sentido.

Con la mirada perdida en ninguna parte, el mareo llego de repente, se recargo en el asiento, cerro los ojos, esperando a que la sensación de vértigo desapareciera, encendió el iPod, se puso los auriculares y la música disolvió las interrogantes, la música creo el silencio mental que necesitaba.

Coloco sus manos entrelazadas sobre sus piernas, entonces la mano de su acompañante rozo su pierna. Abrió los ojos, observo la mano, tantas veces una mano era solo eso, una mano, pero hoy esa mano era lo mas cercano que alguien podría estar. Pensó en las veces en las que sus manos abrazaron otras y una sonrisa ligera cruzo su rostro.

Seguía observando esa mano tan cerca de su pierna que pensó en tomarla, sujetarla y sentir el calor de una persona, simplemente eso... sentir una piel extraña sobre la suya y sentir la sinergia de dos cuerpos humanos.

Entonces dejo caer su mano y rozo los dedos, los fue tomando poco a poco hasta tenerla por completo en la suya. Ansiaba tanto eso, simplemente sentir el calor de alguien junto al suyo, poder sentir la seguridad de que en ese momento no estaba solo, que a pesar de ser perfectos desconocidos, había algo que los unía mas allá de cualquier cosa: Que ambos necesitaban de alguien que les hiciera olvidar por un momento la soledad.

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