26 de junio de 2009

Mientras

Parece que han pasado años, pero no, en realidad solo unas semanas, con lo cual me ha bastado para entender un par de cosas:

1. Esta ciudad se parece mucho a donde vivía, pero no es la misma. Cada recorrido que hago me demuestra que por mas vacía que pueda parecer, no es la ciudad que recuerdo.

2. Todo el mundo en esta ciudad vive en su propio mundo. A nadie le interesa saber porque no hay un solo insecto en toda la ciudad, a nadie le interesa saber nada más excepto a la actividad a la que se están dedicando.

Es decir o me estoy volviendo loco o hay algo detrás de todo esto. Lo malo es que soy el único en toda la ciudad que piensa tal cosa.

Llegar a esta conclusión me ha tomado un par de semanas. Cuando cayó la noche mientras buscaba el camino a casa, una brigada de soldados me detuvo, revisaron mi maletín, no me dirigieron la palabra, únicamente me trasladaron a una especie de cuartel.

Ahí uno de ellos me asigno una habitación en el ultimo piso de lo que pienso alguna vez fue un motel, me entrego además una maleta con ropa de civil, me indico el camino a la habitación, mientras me informaba donde estaba el comedor, la lavandería, la biblioteca, la sala de juegos y el gimnasio. Al llegar a la habitación me dijo que debería de cortarme el cabello porque solo los "Anarquistas" lo llevaban largo, pero me dijo que no me lo rapara a menos de que decidiera unirme a las fuerzas militares de la ciudad, supongo que el gesto que hice no le pareció por lo que se despidió de prisa.

En la habitación, justo en la entrada había una pequeña estancia, hacia el fondo esta la recámara con una televisión sobre un mueble y a la derecha un baño. La habitación después de todo era bastante confortable, tenia una amplia ventana hacia un parque que había detrás del edificio. En el baño había todo lo necesario para el aseo personal, incluyendo una maquina de afeitar y tijeras, por lo que extrañamente seguí su recomendación y me corte el cabello sin dejarlo muy corto, solo por si acaso, eso de ser soldado no es algo que me pareciera agradable y si por acaso hubiera confusión me deje un poco de barba.

A la mañana siguiente en el comedo me di cuenta de que todo el mundo tenia un pequeño aparato muy parecido a un teléfono celular, pero este era únicamente una pantalla de 8 centímetros con la cual recibían noticias sobre los ataques de los "Anarquistas" y mas tarde descubriría que es como se les indican sus obligaciones.

La verdad es que al inicio deseaba tener uno de esos "Comunicadores personales" o como ellos los llamaban "CoP" pensaba que de algún modo podía comunicarme con alguien que conociera, pero no, a los tres días de estar ahí, apareció en mi puerta mi "CoP" que no es nada mas que una especie de mensajes absurdos sobre noticias que no repercuten en la ciudad, eso si no era texto nada mas, incluían animaciones, vídeos, cartoons, pero no había modo de intentar hacer contacto con nadie. Además cuando lo tuve en mis manos me di cuenta de que no era nada mas que una especie de jefe de bolsillo que te dice lo que debes hacer.

Así que en vista de que el asunto de la milicia no me llamaba la atención, decidí regresar al hospital de donde salí, al llegar había tantos enfermos y tanto trabajo por hacer que termine ayudandoles en todo lo que podía, así pase casi 36 horas, hasta que hablando con una de las enfermeras me di cuenta de que al igual que los soldados, no tienen otra ocupación que el hospital y reciben instrucciones de su "CoP" mas allá de eso el mundo no existe. Entonces me di cuenta de que la gente en verdad actuaba extraña.

Regrese al edificio del cuartel, abrí el portafolios que me entregaron al darme de alta, estaba mi historial medico, mis datos personales, una identificación que me declaraba en estado de coma indefinido y también estaba un libro que narraba la historia de como la ciudad se convirtió en el cerco que es actualmente. Pero todo parecía tan extraño, tan planificado que solo me causo mas sospechas sobre lo que pasaba en la ciudad.

Recorrí la ciudad y cuando me encontraba con alguien le preguntaba sobre ellos, sobre su vida, sobre la ciudad, todos tendían a responder lo mismo, o en todo casi recitaban de memoria lo que había en el libro, cuando intentaba explicarles que si eso no les parecía extraño me decían que así ha sido siempre, no hay nada de extraordinario.

Esta noche el insomnio no me deja dormir, he encendido la televisión para ver si la estática me arrulla, pero nada me ayuda a conciliar el sueño, mientras a lo lejos parece que los "Anarquistas" han roto el cerco de la ciudad, mientras yo siento que cada día aquí es como ir muriendo despacio sin saber a ciencia cierta si esto es un sueño o bueno mejor dicho una pesadilla, o si de verdad esto es el mundo real, siento pesados mis ojos, me recostare un momento, solo un...


12 de junio de 2009

Despues

He pasado de largo tal vez. En este sueño lejano, he conseguido únicamente dormir por un periodo extrañamente para mi breve pero para el resto del mundo ha sido increíblemente largo, despierto, miro alrededor, el tiempo parece ser cosa sutil pero sobre todo voluble, cambiante, inestable, aunque más que eso ha adquirido al parecer la facilidad de olvidarse... todo el tiempo eventualmente parece tener ese don de olvidarse.

Mi cerebro poco a poco comienza a despertar, a comprender todo lo que los médicos me indican, parece que tienen prisa por dejarme salir. Camino despacio tratando de encontrar en las calles un rostro conocido. Mis piernas se tambalean un poco. Todo parece desierto. Lentamente comienzo a entender lo que ha sucedido en la ciudad.

La avenida principal se encuentra vacía, los grandes almacenes están cubiertos de polvo, hay letreros de cerrado por todos lados, nada parece sobrevivir al inevitable poder de la historia.

Cierro los ojos, trato de recordar como lucia esta calle cuando todo era luz de neón, bytes, poesía, borracheras, cielos de luna llena... ahora es un páramo inhóspito, cubierto de carteles descoloridos por el sol, las esquinas se encuentra llenas de papeles arrugados, mojados y vueltos a secar por tantos días de abandono a la intemperie.

Nada es como antes.

Llego finalmente a sitios conocidos, han sobrevivido al tiempo, mantienen intacto su brillo, se han resistido al sepia profundo que embarga la ciudad. Entro como siempre a ver, a mirar, a observar, tantas cosas nuevas, tanta luz, tantas cosas que fluyen en el multiverso dimensional que se crea cuando se imaginan mundos paralelos producto de una serie interminables lineas hechas por símbolos pequeños que hilvanan palabras y que reunidos conforman una serie de viajes emocionales indescriptibles.

La tarde comienza a desfallecer, a lo lejos las alarmas anuncia el toque de queda. No tengo a donde ir, el hospital me da dado de alta, además mi espacio ahí de seguro ya ha sido ocupado.

Me paseo ligero por las calles que lograron sobrevivir a mi sueño comatoso, mientras tanto, intento recordar cual es el camino mas seguro para llegar a casa, espero que aun exista.

Un viento frío comienza a golpearme el rostro, entonces el pasado comienza a pesarme en los ojos.

Maldito virus, maldita guerra.