Las moscas vuelan sobre la mierda, su aleteo incesante es perceptible a unos pasos de distancia. El polvo se comienza a levantar, con ello el olor nauseabundo del alimento de las moscas. En la sombra que de la tarde se puede tener, es posible que cualquiera pase sin percatarse de semejante desecho estacionado a media calle, pero lo que es peor, con ese color puede hacerla de camaleón y tener la suerte de que cualquier idiota distraído llene la suela de sus zapatos con su esencia. No se que tanto veo, incluso el tufo a veces resulta repugnante, pero no me atrevo a saltarle el paso, es de esas cosas que cuando el ocio de lo permite puedes incluso volver en tus pasos e ir por la calle paralela, pero hoy el calor es tan insoportable, pero el material fecal es imposible de no prestarle atención, sobre todo con tanta fauna volando encima y posándose en ella. Y sin embargo con los rayos de sol que en ocasiones le bañan es posible palpar ciertos reflejos luminosos como si su composición liquida aun permaneciera y desprendiera destellos que podrían cegar a cualquiera que tenga la vista sensible, mas no es mi caso. Es absurdo seguir debrayando con algo tan intrascendental pero al mismo tiempo tan cotidiano, algo tan poco común de encontrar a media calle, sin embargo todo el mundo tiene su dotación diaria que por supuesto no dejan sus restos a vista de todos, sino que bajan la palanca que hace girar el agua por el efecto Coriolis a través del inodoro para perderse con otras mas hasta llegar a la planta de tratamiento de agua donde se encargaran de separar la materia sólida de la liquida para finalmente purificar el agua con la cual riegan los jardines de la zona hotelera. Una vez que supere la sorpresa de este encuentro inesperado supongo podré pasar a un lado y no volver la vista atrás aun cuando el olor me inunde algunos metros mas adelante, porque por el olor pareciera que lo que hay es el triple de lo que esta ahí abandonado a la suerte de las moscas. Entiendo que puede ser la cosa mas superficial, pero si el mundo se encontrara en mi lugar seguro que no dejarían de reflexionar sobre el hecho por lo menos un par de minutos, pero yo no soy todo el mundo, así que aquí sigo frente a la mierda que se encuentra depositada a media calle sin en realidad saber la razón de mi permanencia, ni el origen de su existencia, aunque eso al final de cuentas no es algo que me preocupe.
29 de junio de 2010
27 de junio de 2010
El universo se esta muriendo
Las imágenes satelitales comenzaron a descargarse en la computadora, analizo el resultado de las radiofrecuencias, todo parecía normal. Hacia una noche excelente en Tonantzintla, la quietud que había en el observatorio casi permitía escuchar el chirriar de las computadoras.
Mientas decidía la frase adecuada para terminar su articulo sobre nebulosas planetarias, sintió un ligero temblor de tierra, seguido por el sonido de los objetos afectados por el movimiento. Si no fuera porque escucho el sonido, hubiera pensado que había sido un mareo, en seguida ingreso en la pagina oficial del sistema sismológico nacional, pero aun no había ninguna actualización. Suspiro lentamente y puso atención al sonido de la noche.
Salió a respirar el aire fresco de la noche, encendió un cigarro, entonces observó el cielo como hacia años que no lo veía. Pensó en la casa donde vivió cuando era niño junto al río Balsas, recordó como solía lanzar maderos donde incrustaba su nombre, con la esperanza de algún día encontrarlos en alguna playa, pero eso nunca sucedió. Un ligero piquete en la pierna lo hizo regresar de sus recuerdos.
Ahí en medio de sus pensamientos, en el frío silencio de la noche, encontró la frase con la cual terminar su articulo. De camino a su oficina, el olor a café de Veracruz lo lleno de golpe, apago la cafetera, se sirvió el liquido caliente en una taza y dio un pequeño sorbo.
Una vez sentado frente a la computadora, las imágenes satelitales ya se habían descargado, las observo detenidamente pero sus ojos ya estaban cansados, reviso de nuevo alguna señal diferente en las radiofrecuencias, pero todo era lo mismo. El sueño poco a poco comenzó a vencerlo y un ardor en la lengua se instalo de repente.
Se levanto a buscar un poco de agua, comenzó a toser, no podía respirar bien, como pudo salió al aire fresco, donde una ráfaga de aire frío le regresó el alma al cuerpo, se tendió en el suelo y miro al cielo, mientras su corazón se relajaba. Observo el cinturón de Orión y entonces una explosión estelar sucedió en el universo mientras en Tonantzintla un segundo sismo sacudió el suelo, la taza de café caliente cayo encima de la computadora y un corto circuito rápidamente se extendió en el observatorio causando un incendio.
El fuego fue observado por los lugareños y acudieron en ayuda, al llegar encontraron al astrónomo con los ojos fijos en el cielo, repitiendo una y otra vez: “el universo se esta muriendo”.
Mientas decidía la frase adecuada para terminar su articulo sobre nebulosas planetarias, sintió un ligero temblor de tierra, seguido por el sonido de los objetos afectados por el movimiento. Si no fuera porque escucho el sonido, hubiera pensado que había sido un mareo, en seguida ingreso en la pagina oficial del sistema sismológico nacional, pero aun no había ninguna actualización. Suspiro lentamente y puso atención al sonido de la noche.
Salió a respirar el aire fresco de la noche, encendió un cigarro, entonces observó el cielo como hacia años que no lo veía. Pensó en la casa donde vivió cuando era niño junto al río Balsas, recordó como solía lanzar maderos donde incrustaba su nombre, con la esperanza de algún día encontrarlos en alguna playa, pero eso nunca sucedió. Un ligero piquete en la pierna lo hizo regresar de sus recuerdos.
Ahí en medio de sus pensamientos, en el frío silencio de la noche, encontró la frase con la cual terminar su articulo. De camino a su oficina, el olor a café de Veracruz lo lleno de golpe, apago la cafetera, se sirvió el liquido caliente en una taza y dio un pequeño sorbo.
Una vez sentado frente a la computadora, las imágenes satelitales ya se habían descargado, las observo detenidamente pero sus ojos ya estaban cansados, reviso de nuevo alguna señal diferente en las radiofrecuencias, pero todo era lo mismo. El sueño poco a poco comenzó a vencerlo y un ardor en la lengua se instalo de repente.
Se levanto a buscar un poco de agua, comenzó a toser, no podía respirar bien, como pudo salió al aire fresco, donde una ráfaga de aire frío le regresó el alma al cuerpo, se tendió en el suelo y miro al cielo, mientras su corazón se relajaba. Observo el cinturón de Orión y entonces una explosión estelar sucedió en el universo mientras en Tonantzintla un segundo sismo sacudió el suelo, la taza de café caliente cayo encima de la computadora y un corto circuito rápidamente se extendió en el observatorio causando un incendio.
El fuego fue observado por los lugareños y acudieron en ayuda, al llegar encontraron al astrónomo con los ojos fijos en el cielo, repitiendo una y otra vez: “el universo se esta muriendo”.
24 de junio de 2010
El aleph
La humedad en el aire hacia el calor insoportable, la piel se volvía acuosa, se escurría lentamente, gota a gota, hasta llegar a la deshidratación.
Se abrió camino por en medio de la selva en la que se había convertido el antiguo corredor que alguna vez vio el mar en cada amanecer, pero ahora el único rastro de mar es la húmeda brisa del mar que hacia que la siesta vespertina se volviera extrañamente húmeda y resbalosa. Nada ni nadie se resistía ante el sopor de las dos de la tarde, todo ser viviente se ocultaba debajo del aire sintético de los recién inventados ventiladores eléctricos.
El polvo cubría lentamente el pueblo que alguna vez tuvo una cementerio a la orilla del mar, el camino indeleble del paso del tiempo era visible hasta en sus habitantes, cada vez mas viejos pero al mismo tiempo cada vez mas inmersos en esa aureola de eternidad absurda de la vejez.
Se detuvo frente a la antigua entrada de la casa, incluso pudo observar los últimos rastros de arena que se quedaron estancados cuando el gobierno decidió dragar la costa y construir un paraíso turístico lejos de los territorios ejidales que tantas veces evitaron la creación de un puerto en su comunidad.
Entonces en la esquina de su ojo derecho lo encontró, ahí estaba palpitante justo sobre la raíz de la Ceiba, dirigió su mirada y desapareció. Y sin embargo finalmente sabía que la locura de su abuela no era un invento borgiano, ni aun cuando todo lo que le rodeaba le recordaba tanto a Macondo.
Decidió entonces levantar de nuevo la antigua casa. En vano durante los meses de la reconstrucción lo busco por todas partes, en cada esquina, en cada habitación, en cada grano de arena que se encontraba fuera de lugar, simplemente parecía ser solo un sueño, pero estaba seguro de algo, que lo que tanto buscaba era real, que esta vez su búsqueda aunque fuera eterna tendría frutos porque tenia completa seguridad de que todo lo perdido era causa de esa pequeña parte que reúne a todo el infinito y que solo encontrándolo de nuevo al entrar en el descubriría el inicio que viene después del armagedón al cual había sido condenado a vivir.
Años mas tarde cuando su piel se volvió cetrina, cuando sus ojos se cansaron de buscar algo que nunca había perdido, recordó el mar, recordó a su abuela friendo los pescados que solitos caían en las cestas que recogía cada mañana en la época en la que ser niño era solo eso y nada mas difícil de hacer.
Una noche después del carnaval, entro borracho, con olor a burdel, con el cabello blanco, con la mitad de la dentadura, con la piel hecha uva pasa, cerro con llave la puerta, entonces se dio cuenta de esa extraña luminosidad que había en la estancia, miro lentamente y lo encontró de nuevo, esta vez el Aleph no se movió, permaneció quieto, acercó su mano y sintió el calor de todo el tiempo presente en un mismo espacio.
Entonces tomo las gafas y miro dentro de el, pudo ver todos los puntos del universo, consiguió recorrer en un segundo el big bang de su propia existencia, su soledad auto infligida, se descubrió a si mismo encerrado en una burbuja de miedos estúpidos y entonces entendió porque su abuela había perdido la razón, rápidamente pudo entender los garabatos que un gitano llamado Melquíades escribió y que alguna vez alguien le dio a leer en la plantación de bananos. Cuando su mente estuvo a punto de estallar logró finalmente vislumbrar el fin de todos los tiempos pero al mismo tiempo encontró la oportunidad de volver a comenzar de nuevo y dejo que el Aleph lo arrastrara adentro de el. La luz se volvió mas intensa, un temblor de tierra invisible comenzó a destruir todo lo que se encontraba alrededor y el olor del mar se desato, mientras una explosión de luz carcomía el espacio y el tiempo. Se detuvo entonces y con la fuerza de un agujero negro absorbió toda la realidad que le rodeaba e incluso a el mismo, en un solo segundo todo desapareció y se convirtió en nada.
Abrió los ojos con olor a sal en labios, su abuela lo llamaba por su nombre, mientras el sonido del pescado frito en la sartén lo hacían darse cuenta de donde estaba. Finalmente lo entendió así que decidió que desde ahora y para siempre, no habría mas búsquedas eternas, no habría mas cuestionamientos, ni mas miedos, ni mas dudas, porque el universo le había regalado un Aleph donde había encontrado la forma de darse una segunda oportunidad.
Se abrió camino por en medio de la selva en la que se había convertido el antiguo corredor que alguna vez vio el mar en cada amanecer, pero ahora el único rastro de mar es la húmeda brisa del mar que hacia que la siesta vespertina se volviera extrañamente húmeda y resbalosa. Nada ni nadie se resistía ante el sopor de las dos de la tarde, todo ser viviente se ocultaba debajo del aire sintético de los recién inventados ventiladores eléctricos.
El polvo cubría lentamente el pueblo que alguna vez tuvo una cementerio a la orilla del mar, el camino indeleble del paso del tiempo era visible hasta en sus habitantes, cada vez mas viejos pero al mismo tiempo cada vez mas inmersos en esa aureola de eternidad absurda de la vejez.
Se detuvo frente a la antigua entrada de la casa, incluso pudo observar los últimos rastros de arena que se quedaron estancados cuando el gobierno decidió dragar la costa y construir un paraíso turístico lejos de los territorios ejidales que tantas veces evitaron la creación de un puerto en su comunidad.
Entonces en la esquina de su ojo derecho lo encontró, ahí estaba palpitante justo sobre la raíz de la Ceiba, dirigió su mirada y desapareció. Y sin embargo finalmente sabía que la locura de su abuela no era un invento borgiano, ni aun cuando todo lo que le rodeaba le recordaba tanto a Macondo.
Decidió entonces levantar de nuevo la antigua casa. En vano durante los meses de la reconstrucción lo busco por todas partes, en cada esquina, en cada habitación, en cada grano de arena que se encontraba fuera de lugar, simplemente parecía ser solo un sueño, pero estaba seguro de algo, que lo que tanto buscaba era real, que esta vez su búsqueda aunque fuera eterna tendría frutos porque tenia completa seguridad de que todo lo perdido era causa de esa pequeña parte que reúne a todo el infinito y que solo encontrándolo de nuevo al entrar en el descubriría el inicio que viene después del armagedón al cual había sido condenado a vivir.
Años mas tarde cuando su piel se volvió cetrina, cuando sus ojos se cansaron de buscar algo que nunca había perdido, recordó el mar, recordó a su abuela friendo los pescados que solitos caían en las cestas que recogía cada mañana en la época en la que ser niño era solo eso y nada mas difícil de hacer.
Una noche después del carnaval, entro borracho, con olor a burdel, con el cabello blanco, con la mitad de la dentadura, con la piel hecha uva pasa, cerro con llave la puerta, entonces se dio cuenta de esa extraña luminosidad que había en la estancia, miro lentamente y lo encontró de nuevo, esta vez el Aleph no se movió, permaneció quieto, acercó su mano y sintió el calor de todo el tiempo presente en un mismo espacio.
Entonces tomo las gafas y miro dentro de el, pudo ver todos los puntos del universo, consiguió recorrer en un segundo el big bang de su propia existencia, su soledad auto infligida, se descubrió a si mismo encerrado en una burbuja de miedos estúpidos y entonces entendió porque su abuela había perdido la razón, rápidamente pudo entender los garabatos que un gitano llamado Melquíades escribió y que alguna vez alguien le dio a leer en la plantación de bananos. Cuando su mente estuvo a punto de estallar logró finalmente vislumbrar el fin de todos los tiempos pero al mismo tiempo encontró la oportunidad de volver a comenzar de nuevo y dejo que el Aleph lo arrastrara adentro de el. La luz se volvió mas intensa, un temblor de tierra invisible comenzó a destruir todo lo que se encontraba alrededor y el olor del mar se desato, mientras una explosión de luz carcomía el espacio y el tiempo. Se detuvo entonces y con la fuerza de un agujero negro absorbió toda la realidad que le rodeaba e incluso a el mismo, en un solo segundo todo desapareció y se convirtió en nada.
Abrió los ojos con olor a sal en labios, su abuela lo llamaba por su nombre, mientras el sonido del pescado frito en la sartén lo hacían darse cuenta de donde estaba. Finalmente lo entendió así que decidió que desde ahora y para siempre, no habría mas búsquedas eternas, no habría mas cuestionamientos, ni mas miedos, ni mas dudas, porque el universo le había regalado un Aleph donde había encontrado la forma de darse una segunda oportunidad.
23 de junio de 2010
Como el mar entre las alas de una libélula
Si en el silencio glacial de las cosas que no se alcanzan a decir pudieran amarrase los deseos de sueños imposibles, tal vez alcanzarían para darle vuelta al universo entero dos veces.
En la lluvia oceánica que los monzones acostumbrar traer cada verano, siempre suele haber un olor a verde, un sabor a olvido, una sensación de hubiera, se puede escuchar el canto del salitre.
En este amanecer donde la refracción de la luz nos pinta el rostro en tonos hepáticos, el vértigo parece alejarse de las madrugadas donde la nausea es imposible de evitar. Todo es calma, una paz eterna donde solo el presagio de tormenta es lo único certero y nada mas, ni un tal vez, ni un quizás, ni mañana, ni tampoco el ayer.
Como el mar entre las alas de una libélula mi alma se extiende sobre el universo generando una onda expansiva que se repite en un eco terriblemente infinito e imperecedero y termina rindiéndose ante el grito del trueno que anuncia la irremediable llegada del temporal.
Se cae el silencio, se cae el mar, se cae el cielo, se cae el viento, se cae el día perdiéndose para siempre en este vaho verde que inunda todas las cosas, que entra por los ojos pintándolos de alga y arrecife, cubriéndome de sal la lengua, palpitándome sobre mi corazón seco de tanto esperar, llenándome para siempre de este preciso momento y me entrego sin pensarlo en la vorágine infinita de un mundo que se renueva en cada amanecer.
En la lluvia oceánica que los monzones acostumbrar traer cada verano, siempre suele haber un olor a verde, un sabor a olvido, una sensación de hubiera, se puede escuchar el canto del salitre.
En este amanecer donde la refracción de la luz nos pinta el rostro en tonos hepáticos, el vértigo parece alejarse de las madrugadas donde la nausea es imposible de evitar. Todo es calma, una paz eterna donde solo el presagio de tormenta es lo único certero y nada mas, ni un tal vez, ni un quizás, ni mañana, ni tampoco el ayer.
Como el mar entre las alas de una libélula mi alma se extiende sobre el universo generando una onda expansiva que se repite en un eco terriblemente infinito e imperecedero y termina rindiéndose ante el grito del trueno que anuncia la irremediable llegada del temporal.
Se cae el silencio, se cae el mar, se cae el cielo, se cae el viento, se cae el día perdiéndose para siempre en este vaho verde que inunda todas las cosas, que entra por los ojos pintándolos de alga y arrecife, cubriéndome de sal la lengua, palpitándome sobre mi corazón seco de tanto esperar, llenándome para siempre de este preciso momento y me entrego sin pensarlo en la vorágine infinita de un mundo que se renueva en cada amanecer.
17 de junio de 2010
Olvidar por un momento
¿Qué si mañana? ¿Qué si tal vez? ¿Qué si no se que? ¿Qué si no se cuanto? Tantas burbujas metálicas bullendo en la mente, tantas cuestiones que finalmente no tienen sentido.
Con la mirada perdida en ninguna parte, el mareo llego de repente, se recargo en el asiento, cerro los ojos, esperando a que la sensación de vértigo desapareciera, encendió el iPod, se puso los auriculares y la música disolvió las interrogantes, la música creo el silencio mental que necesitaba.
Coloco sus manos entrelazadas sobre sus piernas, entonces la mano de su acompañante rozo su pierna. Abrió los ojos, observo la mano, tantas veces una mano era solo eso, una mano, pero hoy esa mano era lo mas cercano que alguien podría estar. Pensó en las veces en las que sus manos abrazaron otras y una sonrisa ligera cruzo su rostro.
Seguía observando esa mano tan cerca de su pierna que pensó en tomarla, sujetarla y sentir el calor de una persona, simplemente eso... sentir una piel extraña sobre la suya y sentir la sinergia de dos cuerpos humanos.
Entonces dejo caer su mano y rozo los dedos, los fue tomando poco a poco hasta tenerla por completo en la suya. Ansiaba tanto eso, simplemente sentir el calor de alguien junto al suyo, poder sentir la seguridad de que en ese momento no estaba solo, que a pesar de ser perfectos desconocidos, había algo que los unía mas allá de cualquier cosa: Que ambos necesitaban de alguien que les hiciera olvidar por un momento la soledad.
5 de junio de 2010
Krasnodar
Despertar en Krasnodar no es cualquier cosa. La luz se cuela por completo hace un rato que la noche ha dejado de cubrir el cielo y las luces de la ciudad se han apagado. Krasnodar, tan lejos de todo el mundo.
Me levanto, observo como comienza el transitar en la Krasnaya Ulitsa, mi mirada recorre hasta donde puede, es inevitable no pensar en la Unión Soviética al mirar esos bloques cuadrados de concreto que se amontonan en la calle, es imposible no decir que estamos en Rusia al ver esos cúpulas que parece conos de helados en los templos ortodoxos.
Aun es temprano para los asunto del trabajo, pero la sensación de estar en la civilización me reconforta, sobre todo después de viajar tanto tiempo en automóvil y solo ver llanuras en todos los tonos de verdes extendiéndose en el horizonte solo para ir de una ciudad a otra, todas girando alrededor de Krasnodar, bendito Krasnodar. El ajetreo de la ciudad me anima, me recuerda que no hay lugar en el mundo donde la globalización no haya llegado, para estoy aquí, para quedarme sin necesitad de estar aquí.
De nada sirve encender el televisor, el ruso se me da tanto como la zarzuela o el tango, esos símbolos que parece letras occidentales me confunden y me marean, al inicio era divertido tratar de leerlas en español, pero al final todo se convierte en un sin sentido que termino aturdido, mi pequeño cerebro no esta hecho para la lingüística mucho menos para las artes.
Краснодар, recuerdo bien todas esas letras, sabia que Europa Occidental no era un buen mercado, pero lejos estaba de Europa. Era pues Krasnodar en Rusia, un punto en medio de ninguna parte y sin embargo para ser así, esta ciudad esta llena de esa vitalidad que el capitalismo ha sabido inyectarle en tan solo quince años. Curioso es ver como la cuadratura de las edificaciones soviéticas de a poco han logrado amoldarse a las graciosas figuras de las franquicias y cadenas extranjeras, solo faltamos nosotros, por eso estoy aquí, para vender verdades a medias en una ciudad que esta hambrienta por conectarse al mundo.
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