2 de diciembre de 2009

Destino Fijo: El Mar

Despierta finalmente. Abre los ojos, siente frío y se cubre con la sabana. Se coloca en posición fetal, mirando hacia la luz que se cuela en las ventanas, son las cuatro de la tarde. Es lunes y por fin ha dejado de llover.

Sabe también que es su cumpleaños. Por eso ha decidido dormir hasta el hartazgo, pero ya tiene hambre, pero siente una necesidad irresistible de sentir el mar. Se sienta en la cama, enciende su teléfono que hasta el momento tiene 7 mensajes de texto sin leer y 5 llamadas perdidas. Lo apaga de nuevo. En la soledad de la habitación, simplemente piensa lo increíble que es aun seguir con vida, después de tanto miedo, después de tanta culpa, pero hoy todo eso es tan lejano que parecen ser recuerdos de otra vida.

Abre las cortinas de la ventana, la luz entra a raudales y llena la habitación de esa luz limpia y clara que la lluvia suele dejar en las tardes de verano. Sonríe para si, mientras ve la calle llena de charcos y lodo, ve como el movimiento comienza a surgir en ella, se deja envolver en el paisaje de la calle que no se da cuenta de los discos anaranjado que cruzan el cielo, sin que esto revele un presagio, mucho menos una señal.

Enciende en su alma todas las cosas que ya no sirven, quema finalmente todos los residuos de cosas imposibles y mira al cielo descubierto de nubes de brillante azul que comienza a pintarse de atardecer. Necesita sentir el mar, así que viste su piel de tantos años y baja las escaleras, en la cocina bebe agua y come un par de frutas, suspira pensando en todo lo que puede ocurrir sin siquiera pensarlo y sonríe, al fin de cuentas es su cumpleaños.

Sale a la calle con destino fijo: El mar.

Y después... sabe que todo el mundo le pertenece aun sin siquiera pedirlo y sonríe para si.

1 comentario:

  1. Un destino fijo...

    Supongo que no hay nada más dificil de encontrar que eso

    ResponderEliminar