19 de diciembre de 2009

Los déjà vu's no existen

Siempre el mismo sueño melódico, la noche sin pausa, el ronquido intermitente y la luz de la primera hora que se cuela por las celosías de mi cuarto.

Ya no llueve, en la eternidad paquidérmica de una tormenta tropical, en el calor de una selva casi tropical, el olor se pinta difuso y transparente pero inconfundible en el rastro incierto de la ropa sucia amontonada en el fondo.

Es martes. Intento dormir un poco mas, apenas ha salido el sol y el calor comienza a reventar en la cama. Me levanto en medio de la somnolencia que me caracteriza. En el pasillo un sonido familiar sabe a extraño, las campanas de la iglesia truenan en mi cabeza, es martes, apenas ha amanecido, no es normal que haya misa hoy. Debe haber muerto alguien.

Mi madre sale de su habitación y me pregunta ¿quién habrá muerto?.

En medio de todo esto, simplemente recuerdo cuantas veces ya he vivido esto. Sin embargo en mi cabeza se repite una y otra vez lo mismo: los déjà vu's no existen.

Pero aun así, no me salen de la cabeza las mismas historias, la misma soledad abigarrada, la sonrisa incierta, la razón propia y diez días de lluvia que despiertan con un habitante menos.

Yo se el final de estos pequeños relatos costeños después de una tormenta tropical estacionaria pero algo en mi cabeza me dice que no es verdad, porque no se puede vivir rebobinando la cinta.

Intento descubrir el acto final de esta historia ella (la que ha dicho que si) apunta el arma y le dispara a el (ese que tiene sed de poder) porque detrás de los hechos aparente se esconden rencores heredados y esa es otra historia.

Al final de cuentas ahora es que todo me queda claro: los déjà vu's no existen. Y solo estoy divagando en un martes donde las campanas de la iglesia no terminan de quebrar el silencio.

Siempre es el mismo sueño melódico, intermitente, profundo, en medio de la noche sin pausa, donde la realidad desaparece y vuelve aparecer mas tarde pero en otro tiempo, donde parece que ya lo he vivido antes... o después.

17 de diciembre de 2009

Respírame

Rompe
disco humeante
respírame
en el párpado
sin tiempo
ciego
cada paso
se rompe
el eco, la voz
respírame
azul
sin tiempo.

La sed de poder

Había hecho el plan, ahora debía esperar. La lluvia era el escenario perfecto, pero había dejado de llover hace un rato, pero nada detendría ya el curso del río que lo habría de llenar de poder.

Salió al jardín húmedo aun, el lodo putrefacto de la fosa séptica comenzaba a oler, en el cielo unos discos anaranjados flotaban inmunes a los habitantes de un pueblo costeño después diez días de lluvia de una tormenta tropical estacionaria. Recordó como convenció a quien le quitaría de encima al ultimo de los ejidatarios que se negaban a su propuesta, sabía que esta noche o mañana temprano habría velorio, tenia que haberlo, de otro modo no podría lograr sus propósitos.

Subió a la camioneta del año que tenía, no podía quedarse en casa, debía tener una coartada, así que fue a la casa del comisario municipal para invitar a su hija para salir a dar una vuelta. Aunque en realidad ella no le importaba, no tenia otra opción que seguir el juego de macho, el cual a veces le costaba trabajo creerse, pero tenia la suerte de no amar a nadie mas que a si mismo, así que esa falta de hombría no significaba un problema para saciar su sed de poder.

La gente caminaba por las calles, después de tantos días encerrados, por lo que tuvo que disminuir la velocidad, entonces recordó a su hermana, que de seguro estaría en la ventana, esperando a que el mar le devuelva el amor. Y por dentro se sintió tan miserable como ella, por no poder amar a la hija del comisario, pero el no estaba loco como su hermana. Al menos no por ahora pensó el y comenzó a reírse a carcajadas.

Pasa el tiempo

Se derrama
despacito, como la leche
en medio de los ojos
explotan las cosas que no se dicen.

Se agrieta
sin dejar rastro, como el sereno
mientras en el silencio
estallan las cosas que no se hacen.

Y en el eco de la voz ciega
todo se vuelve infinito.
Sobre el cielo y la tierra
en medio del universo
pasa el tiempo, despacito
haciendo grietas
comiéndose en silencio
las cosas no dichas
las cosas no hechas.

13 de diciembre de 2009

Los últimos tonos hepáticos del sol hacían ver la silueta del arma

La furia del océano no amainaba del todo.

Otro silencio que mas da. Se trago de golpe todas las cosas no dichas, no hechas.

Había parado la lluvia y el sol deslumbrante alejaba de su mente las sombras. Su afán por alejar el pasado de su cabeza había cesado, ahora todo es nada cuando te encuentras frente a un monstruo de agua que te grita, que te amenaza, donde sabes que facilmente puedes morir. Y a el le grito todo aquello que costaba tanto trabajo decirle al mundo, tantas cosas que su pasividad y ese miedo a todo la habían recluido en una soledad cubierta de indignación y rabia. Pero le había dicho que si y trataría de un modo u otro de ser feliz.

Comenzó la tarde a caer, tendría pronto que regresar al pueblo, pero la paz que habría encontrado la hacia permanecer acurrucada junto a las rocas, abrazada a sus piernas, mientras observaba como el bravo mar intentaba alcanzarla.

El ruido de una camioneta ingresando en el muelle interrumpió su soledad, un hombre camino a toda prisa hasta el borde, lo reconoció enseguida, sabia quien era, no necesitaba saber mas, sabia lo que había sucedido, mientras los últimos tonos hepáticos del sol hacían ver la silueta del arma hundirse en el océano.

La noche se cubrió de estrellas mientras ella caminaba regreso al pueblo, donde sabia que habría un muerto mas pero esta vez encontraría el modo de explicar la verdad. Una sonrisa turbia se poso en su cara mientras con paso seguro atravesaba las huertas de cocos donde esperaría que las cosas cayeran en su respectivo lugar, pero esta vez ella, decidiría todo.

Si la puta valiera un carajo

Si la puta valiera un carajo
tal vez entendería porque tanto escándalo.
En medio de las noches
sobre el rancio recuerdo de una cama muerta sin tiempo
todo es absolutamente una cosa: olvido
........................(o tal vez recuerdo).

Pero es en todo caso inútil
........................ incoherente
.............................absurdo
pensar en el caos como la solución al puto mundo
pero a veces las cosas simples no tienen sustancia
................................................son vanas
................................................superfluas
y sin embargo nada basta al silencio.

Si la puta valiera un carajo
tal vez entendería las cosas que no hacen falta
tal vez podría entender que no se necesita nada
.............................................................................simplemente comenzar.

El ayer encendido

Tendida en medio de la soledad estaba la mesa vacía, iluminada por una vela eterna a los muertos de siempre. La casa que un tiempo estuvo llena de voces, de gritos, de peleas, de risas ahora es un cementerio de recuerdos, donde las cosas se agrían y se cuajan de nuevo en una especie de soledad tan vieja y salada como el agua del mar.

Había llovido tantos días que este lunes no era mas que otro día mas. Pero por fin lo había decidido, habría de quemar todo aquello que al fin y al cabo no eran mas nada... nada. Dudo un momento en lanzar al lodo todo aquello que fue una vez y creer que esperar un día mas tal vez le daría la alegría de la esperanza eterna que siempre a fuerza del amor hace mas fáciles los días.

Cuando escampo supo que no valía la pena. Al fondo del enorme patio cubierto de todo tipo de plantas, al final de esa selva personal, estaba el olvidado horno de tierra. Camino segura con la bolsa negra llena de pasado combustible, los metió todos al fondo del horno, acomodo los cocos secos en lugares específicos y lleno de nuevo la bolsa con aquellos que no habrían de servir en la incineración del ayer.

Pero deshacerse de los recuerdos no es cosa sencilla. Le tembló la mano al momento de querer encender el bonote del coco seco que habría de iniciar su purificación. Se dirigió a la casa nuevamente y sin pensarlo comenzó a hacer la masa para el pan. Habría de ocupar el ayer en algo productivo y hacer que finalmente el olvido se digiera hasta terminar en la fosa séptica de donde jamas habría de volver.

Del cigarro que fumaba, encendió el coco seco y un poco de madera de bocote, poco a poco comenzaron arder, empujo con la pala metálica del pan hasta el fondo el fuego primigenio, el cual rápidamente fue cubriendo el ayer con sus brazos incandescentes. Enseguida metió al horno las placas metálicas embadurnadas con manteca de puerco, sobre la cual descansaban las trenzas de sal y las dulces, las conchas con azúcar encima y los bollos para muertos.

El olor a pan recién horneado comenzó a inundar los alrededores. Al fin se había quitado de encima, para siempre, tantas cosas que le habían cauterizado el alma. Y una ligera mueca muy parecida a una sonrisa salió de sus labios mientras regresaba a través de la selva personal a casa, donde esperaría a que estuviera listo el pan cocinado con el ayer.

6 de diciembre de 2009

Si no es

Si no es el sol
tampoco
habrá noches
ni universos
ni cielos sin estrellas
ni relámpago
ni tampoco electricidad.

Porque sin no es el sol
será el silencio
la oscuridad
arena sin mar ni desierto
vacío sin soledad
el no tiempo.

Si ni es el sol
entonces no habrá noches
ni universos
ni estrellas en el cielo
ni tormentas eléctricas
ni arcoiris
todo será un silencio muerto
será un grano arena sin mar, sin desierto
un eterno vacío sin soledad
será como un reloj inútil que no lleva la cuenta del tiempo

2 de diciembre de 2009

Destino Fijo: El Mar

Despierta finalmente. Abre los ojos, siente frío y se cubre con la sabana. Se coloca en posición fetal, mirando hacia la luz que se cuela en las ventanas, son las cuatro de la tarde. Es lunes y por fin ha dejado de llover.

Sabe también que es su cumpleaños. Por eso ha decidido dormir hasta el hartazgo, pero ya tiene hambre, pero siente una necesidad irresistible de sentir el mar. Se sienta en la cama, enciende su teléfono que hasta el momento tiene 7 mensajes de texto sin leer y 5 llamadas perdidas. Lo apaga de nuevo. En la soledad de la habitación, simplemente piensa lo increíble que es aun seguir con vida, después de tanto miedo, después de tanta culpa, pero hoy todo eso es tan lejano que parecen ser recuerdos de otra vida.

Abre las cortinas de la ventana, la luz entra a raudales y llena la habitación de esa luz limpia y clara que la lluvia suele dejar en las tardes de verano. Sonríe para si, mientras ve la calle llena de charcos y lodo, ve como el movimiento comienza a surgir en ella, se deja envolver en el paisaje de la calle que no se da cuenta de los discos anaranjado que cruzan el cielo, sin que esto revele un presagio, mucho menos una señal.

Enciende en su alma todas las cosas que ya no sirven, quema finalmente todos los residuos de cosas imposibles y mira al cielo descubierto de nubes de brillante azul que comienza a pintarse de atardecer. Necesita sentir el mar, así que viste su piel de tantos años y baja las escaleras, en la cocina bebe agua y come un par de frutas, suspira pensando en todo lo que puede ocurrir sin siquiera pensarlo y sonríe, al fin de cuentas es su cumpleaños.

Sale a la calle con destino fijo: El mar.

Y después... sabe que todo el mundo le pertenece aun sin siquiera pedirlo y sonríe para si.