Siempre el mismo sueño melódico, la noche sin pausa, el ronquido intermitente y la luz de la primera hora que se cuela por las celosías de mi cuarto.
Ya no llueve, en la eternidad paquidérmica de una tormenta tropical, en el calor de una selva casi tropical, el olor se pinta difuso y transparente pero inconfundible en el rastro incierto de la ropa sucia amontonada en el fondo.
Es martes. Intento dormir un poco mas, apenas ha salido el sol y el calor comienza a reventar en la cama. Me levanto en medio de la somnolencia que me caracteriza. En el pasillo un sonido familiar sabe a extraño, las campanas de la iglesia truenan en mi cabeza, es martes, apenas ha amanecido, no es normal que haya misa hoy. Debe haber muerto alguien.
Mi madre sale de su habitación y me pregunta ¿quién habrá muerto?.
En medio de todo esto, simplemente recuerdo cuantas veces ya he vivido esto. Sin embargo en mi cabeza se repite una y otra vez lo mismo: los déjà vu's no existen.
Pero aun así, no me salen de la cabeza las mismas historias, la misma soledad abigarrada, la sonrisa incierta, la razón propia y diez días de lluvia que despiertan con un habitante menos.
Yo se el final de estos pequeños relatos costeños después de una tormenta tropical estacionaria pero algo en mi cabeza me dice que no es verdad, porque no se puede vivir rebobinando la cinta.
Intento descubrir el acto final de esta historia ella (la que ha dicho que si) apunta el arma y le dispara a el (ese que tiene sed de poder) porque detrás de los hechos aparente se esconden rencores heredados y esa es otra historia.
Al final de cuentas ahora es que todo me queda claro: los déjà vu's no existen. Y solo estoy divagando en un martes donde las campanas de la iglesia no terminan de quebrar el silencio.
Siempre es el mismo sueño melódico, intermitente, profundo, en medio de la noche sin pausa, donde la realidad desaparece y vuelve aparecer mas tarde pero en otro tiempo, donde parece que ya lo he vivido antes... o después.
Ya no llueve, en la eternidad paquidérmica de una tormenta tropical, en el calor de una selva casi tropical, el olor se pinta difuso y transparente pero inconfundible en el rastro incierto de la ropa sucia amontonada en el fondo.
Es martes. Intento dormir un poco mas, apenas ha salido el sol y el calor comienza a reventar en la cama. Me levanto en medio de la somnolencia que me caracteriza. En el pasillo un sonido familiar sabe a extraño, las campanas de la iglesia truenan en mi cabeza, es martes, apenas ha amanecido, no es normal que haya misa hoy. Debe haber muerto alguien.
Mi madre sale de su habitación y me pregunta ¿quién habrá muerto?.
En medio de todo esto, simplemente recuerdo cuantas veces ya he vivido esto. Sin embargo en mi cabeza se repite una y otra vez lo mismo: los déjà vu's no existen.
Pero aun así, no me salen de la cabeza las mismas historias, la misma soledad abigarrada, la sonrisa incierta, la razón propia y diez días de lluvia que despiertan con un habitante menos.
Yo se el final de estos pequeños relatos costeños después de una tormenta tropical estacionaria pero algo en mi cabeza me dice que no es verdad, porque no se puede vivir rebobinando la cinta.
Intento descubrir el acto final de esta historia ella (la que ha dicho que si) apunta el arma y le dispara a el (ese que tiene sed de poder) porque detrás de los hechos aparente se esconden rencores heredados y esa es otra historia.
Al final de cuentas ahora es que todo me queda claro: los déjà vu's no existen. Y solo estoy divagando en un martes donde las campanas de la iglesia no terminan de quebrar el silencio.
Siempre es el mismo sueño melódico, intermitente, profundo, en medio de la noche sin pausa, donde la realidad desaparece y vuelve aparecer mas tarde pero en otro tiempo, donde parece que ya lo he vivido antes... o después.