Ojos cristalizados de violencia. Sueños a colores sin pretensión de nada. Tiempo corriente como agua de lluvia oxigenada, como ecuación sintáctica en medio de un desierto variable.
Brincan las emociones en las imágenes que desde el cielo se amplifican, todo un torbellino azul de palabras y sensaciones quinestesicas debajo de los párpados justo en medio de los ojos. Así es la espera cuando el tiempo tiende a detenerse, porque a veces también se le hace tarde.
No me llueven las estrellas en esta estación de murmullos ininteligibles. Son expresiones inocuas las que mueven el sentido de la tinta a media pared sobre el reflejo añil de mis ojos que se pierden en el fondo de un espejo intentando encontrar razones para no tomar el próximo tren.
Una explosión sacude mi conciencia, a lo lejos el fuego se expande como noche sobre el día, la sangre se evaporar, el grito se consume, las cenizas se revelan y todo se vuelve oscuro... se arde... se quema.
Salgo a la calle cuando un cometa verde se cuelga sobre el cielo. El eco luminoso de un atardecer violento golpea mi mente como un martillo acústico dejándose nevar en cada parte del cerebro.
Una persecución absurda me persigue, intento escapar del miedo pero se cruza frente a mi y me cuestiona, le respondo que estamos en caminos diferentes, me mira a los ojos hace una mueca burlona y finalmente se aleja.
En el lado oscuro de una esencia multicolor me estanco, se iluminan de pronto las hojas de un árbol inmenso, todo parece ser un juego de blancos y negros, justo entonces un SMS activa en mi memoria el presente continuo.
Me quedo justo sobre la tarde que se cansa de esperar una nueva estación perpendicular. Yo solo espero que la noche tenga un viento cálido para poder dormir a la intemperie en este bosque de percepciones que entorpecen las causas y razones que se siembran sobre mi entendimiento.
Nada sucede entonces solo el frío aliento del invierno que aun se mece en un febrero agonizante que no se decide por fin ahogarse en el mar. Estaré justo detrás, en donde sé que he puesto mi presencia.
Todo a veces es una completa selección de palabras que de repente se agrietan en la voz pero renacen en la sinapsis eléctrica entre mi mente y esta maquina, un sueño ligero no termina por colarse en mi ventana y ya casi es medianoche mientras intento llenar este silencio que no deja de molesarme.
Brincan las emociones en las imágenes que desde el cielo se amplifican, todo un torbellino azul de palabras y sensaciones quinestesicas debajo de los párpados justo en medio de los ojos. Así es la espera cuando el tiempo tiende a detenerse, porque a veces también se le hace tarde.
No me llueven las estrellas en esta estación de murmullos ininteligibles. Son expresiones inocuas las que mueven el sentido de la tinta a media pared sobre el reflejo añil de mis ojos que se pierden en el fondo de un espejo intentando encontrar razones para no tomar el próximo tren.
Una explosión sacude mi conciencia, a lo lejos el fuego se expande como noche sobre el día, la sangre se evaporar, el grito se consume, las cenizas se revelan y todo se vuelve oscuro... se arde... se quema.
Salgo a la calle cuando un cometa verde se cuelga sobre el cielo. El eco luminoso de un atardecer violento golpea mi mente como un martillo acústico dejándose nevar en cada parte del cerebro.
Una persecución absurda me persigue, intento escapar del miedo pero se cruza frente a mi y me cuestiona, le respondo que estamos en caminos diferentes, me mira a los ojos hace una mueca burlona y finalmente se aleja.
En el lado oscuro de una esencia multicolor me estanco, se iluminan de pronto las hojas de un árbol inmenso, todo parece ser un juego de blancos y negros, justo entonces un SMS activa en mi memoria el presente continuo.
Me quedo justo sobre la tarde que se cansa de esperar una nueva estación perpendicular. Yo solo espero que la noche tenga un viento cálido para poder dormir a la intemperie en este bosque de percepciones que entorpecen las causas y razones que se siembran sobre mi entendimiento.
Nada sucede entonces solo el frío aliento del invierno que aun se mece en un febrero agonizante que no se decide por fin ahogarse en el mar. Estaré justo detrás, en donde sé que he puesto mi presencia.
Todo a veces es una completa selección de palabras que de repente se agrietan en la voz pero renacen en la sinapsis eléctrica entre mi mente y esta maquina, un sueño ligero no termina por colarse en mi ventana y ya casi es medianoche mientras intento llenar este silencio que no deja de molesarme.