5 de julio de 2011

Loop




En el palpitar azul del sueño, la fragilidad del suelo parecía algo menos que improbable. Recordaba la falta de aire, el vacío y la soledad del infinito, la ansiedad premeditada del universo mas sin embargo el cuerpo parecía pegado al suelo, había una corriente de aire que silbaba alrededor, podía sentir incluso como la noche desaparecía mientras el olor del polvo inundaba la memoria.

Al girar la posición, el cielo parecía existir en los cielos violáceos, que figuran olvidos de un Dios ausente que jugaba a como soñarse dentro de si mismo y no despertarse jamás, un Dios que tenia un vacío incompleto en los dedos de escritor frustrado, un Dios que era el sol en un desierto sin tregua, un Dios que se sabia el viento sobre el océano que baña de brisa la costa.

Así estaba, tan terriblemente anacrónico y a la deriva en medio de un paisaje onírico, incapaz de desatar el grito necesario para despertar de la irrealidad que le rodeaba. Detenido para siempre en ese éxtasis de la sorpresa, de la duda y de la incertidumbre. Ahora todo era tan irreal. Y sin embargo el olor a hierba salpicaba sus pulmones y la luz comenzaba a diluirse lentamente entre sus dedos. La mirada vagaba lentamente en el infinito, ensimismado en el cielo, midiendo sus pasos en un valle de silencios que aun no podía reconocer pero que tanto le recordaban a eso que algunos llaman hogar.

En la resonancia de los recuerdos, la memoria parecía fluir sin destino fijo de un extremo a otro de la corteza del cerebro. En un segundo comprendió que el futuro era solo un sueño, era simplemente un proceso lento de diseño y construcción. Recordó entonces y para siempre el jardín en las montañas, el sol y las nubes del verano que solían venir del mar hacia ningún lado.

Era de nuevo ayer, mas sin embargo aun el miedo le invadía, esa sensación inexpugnable de permanecer en la soledad del universo, siendo testigo de una guerra que tarde o temprano habría de comenzar.

Pero lo olvidara de nuevo, como tantas veces el ciclo se ha repetido, olvidara que en el futuro será el único testigo del comienzo del principio de un final predestinado para siempre a repetirse sin llegar a su conclusión real.

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