15 de marzo de 2009

Y caí

Y sí.

Pero cerré de pronto las ventanas, estrellándome la cara con el tufo insoportable del miedo entre los ojos. Mas no por eso deje de mirar hacia el fondo de la oscuridad de la calle en la que mi sueño se extendía como en un precipicio.

Todo es ficción.

Bueno en un sueño todo es ficticio ¿no?

Pase de largo por el comedor de frutas de papel que giraban en las aspas de un ventilador antiguo, el polvo de los recuerdos de tantos años perdidos en el caparazón de mi pensamiento, se coló en mis pulmones haciendo girar por el suelo.

Y caí.

Desperté en medio de una conciencia aun inconsciente.

Aun no amanecía del todo, una breve luz azulada podía tenderse en el suelo entre la ventana y mi cama. A lo lejos es ya de día pensé, lastima que en París apenas son las cinco de la mañana.

Tenía tanto por hacer como para dejarme asustar por un sueño, pero aun así las circunstancias fugaces se planteaban amenazadoras. Tenia miedo y tarde mucho en comprenderlo.

La luz se intensifico de a poco y finalmente llego 54 minutos después de que el polvo de los recuerdos de tantos años perdidos en el caparazón de mi pensamiento me hiciera regresar al verdadero suelo donde sé que los sueños no son ciertos.

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