Era tarde
como siempre.
Había un sueño
frágil
lleno de plumas
un poco azul.
Tras la luz
en el frio
lagrimas ciegas caían.
Entre los dedos
hilos bermejos
corrían
un sol vespertino
crecía en el suelo.
En la aurora
ya era tarde.
Había un sueño
muerto
vacío y rígido
sin rastro de luz.
Tras la luz
en la hora veinte
solo el viento corría.
Entre los dedos
letras absurdas
caían
palabras ígneas
marcaban el suelo.
En la aurora
ya había terminado.
No tenia sueño
ni aliento
ciego frente al sol
arranco sus dedos.