28 de diciembre de 2010
16 de diciembre de 2010
Y era jueves
Y era jueves, mientras aun en el cielo existía el eco de la pirotecnia, el clamor de las voces en la fiesta, mientras cien años eran un suspiro de la misma historia repetida. Era jueves y para siempre.
En el latido inexacto de las cosas, en el camino claroscuro del destino, en las manos que sostienen un mensaje de texto... respiraba aun la emoción del silencio primero y el crepitar de la madera oscura de un largo invierno.
En un segundo de pronto, justo antes de la media noche, la luz lleno el universo, las palabras explotaron como un manantial de fuego y un abrazo se fundió en medio de promesas y te quieros. La mirada le dio paso al beso. Era jueves, lo recuerdo.
Era el inicio de tanto tiempo, el ascenso de burbujas serpenteantes, la lluvia que moja de contento, el vuelo de nubes que dibujan un recuerdo, la mañana que despierta con música de viento. Era entonces y para siempre un lazo que se une de pequeñas cosas, de semillas que florecieron justo a tiempo, que se fortifica con cada segundo y con cada beso. Era el amor, estaba a tiempo, era entonces el fin de la espera, era el fin del silencio. Era el amor, eran las sonrisas, eran los buenos deseos, los abrazos, un te amo que se queda en los ojos, un te amo que rompe la distancia, un te amo que supera las fronteras del tiempo. Era jueves y para siempre.
En medio del caos que significa la vida, en la sinfonía imperfecta de la cual somos parte, surgen todas las cosas que significan los días, nacen las palabras que retumban en los labios, emana el fluir liquido de las manos y los sueños donde cada cosa se acomoda perfectamente en su tono y nota para completar finalmente el circulo que girara tantas veces agregando nuevas tramas y silencios mientras que alrededor todo parecía un desmadre, en realidad cada cosa cae por su propio peso y se ajusta en su sitio particular, resonando en el eco imperecedero de la vida. Eso era todo. Vivir. Amar, sobre todo amar.
Era jueves y para siempre.
En el latido inexacto de las cosas, en el camino claroscuro del destino, en las manos que sostienen un mensaje de texto... respiraba aun la emoción del silencio primero y el crepitar de la madera oscura de un largo invierno.
En un segundo de pronto, justo antes de la media noche, la luz lleno el universo, las palabras explotaron como un manantial de fuego y un abrazo se fundió en medio de promesas y te quieros. La mirada le dio paso al beso. Era jueves, lo recuerdo.
Era el inicio de tanto tiempo, el ascenso de burbujas serpenteantes, la lluvia que moja de contento, el vuelo de nubes que dibujan un recuerdo, la mañana que despierta con música de viento. Era entonces y para siempre un lazo que se une de pequeñas cosas, de semillas que florecieron justo a tiempo, que se fortifica con cada segundo y con cada beso. Era el amor, estaba a tiempo, era entonces el fin de la espera, era el fin del silencio. Era el amor, eran las sonrisas, eran los buenos deseos, los abrazos, un te amo que se queda en los ojos, un te amo que rompe la distancia, un te amo que supera las fronteras del tiempo. Era jueves y para siempre.
En medio del caos que significa la vida, en la sinfonía imperfecta de la cual somos parte, surgen todas las cosas que significan los días, nacen las palabras que retumban en los labios, emana el fluir liquido de las manos y los sueños donde cada cosa se acomoda perfectamente en su tono y nota para completar finalmente el circulo que girara tantas veces agregando nuevas tramas y silencios mientras que alrededor todo parecía un desmadre, en realidad cada cosa cae por su propio peso y se ajusta en su sitio particular, resonando en el eco imperecedero de la vida. Eso era todo. Vivir. Amar, sobre todo amar.
Era jueves y para siempre.
1 de diciembre de 2010
Felices 30
Cumplir 30 años me produce una sensación de extrañeza, una sensación de envejecimiento y mientras intento acomodarme a esta nueva década, recordé un podcast que escuche hace u par de años que viene como anillo al dedo para esta situación.
mUsiqUe auTomaTiquE: hUevocasT 55
Hecho por Coxbell
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