16 de septiembre de 2011

Fantasma


Crujen mis dientes en el desastre del tiempo, donde todas las cosas inútiles eventualmente se convierten en polvo, sobre la estaticidad de los recuerdos que olvidamos guardar en nuestra huida pero grabados para siempre en la memorabilia de nuestros pasos ausentes que aun transitan por este río angosto de premoniciones absurdas. La mañana sonaba a un evento menos extraordinario, menos sensible al olvido, mas propenso al recuerdo.

Otra vez la voz del viento traía consigo el viento frío del norte, aun cuando en el trópico el sol se encargaba de evaporar todo rastro de humedad salina, en mis manos el metálico flash se encargaba de materializar aquello que los sentidos han perdido de vista. ¿Por que hoy?. Cuando los escalofríos carcomen mis dedos, cuando en mi garganta bulle la sofocante sensación de sudor frío. ¿Por que?.

Recorro el angosto pasillo de la habitación, dándome cuenta de como el sol comienza a elevar sus brazos mientras la humedad aumenta y el frío atenaza mis labios, quebrándolos, conteniendo mi voz.

Nada es para siempre. Entiendo las palabras. Mientras en esta estación absurda, todo pierde sentido. El reloj que tanto tiempo había guardado, destrozado cae en la marisma del silencio que borda la casa. Yo, aun espero las promesas que se perdieron al huir. Y sin embargo nada me sabe mas a miel que las cosas abandonadas a su suerte ese ultimo día. El disco de acetato, los juegos de mesa, la lámpara, las fotografías en la pared, la cama que quedo hecha, todo aquello que fue nuestro entonces pero ahora es solo parte del colectivo ausente, ahora es tan solo un objeto mas en este pueblo fantasma donde alguna vez mis manos tomaron las tuyas y mis labios besaron los tuyos, en donde alguna vez pensamos que nada de eso podía cambiar.

Pero mírame aquí. Después de tantos años. Después de perderme en los desastres que estúpidamente cometo. He me aquí, buscando algo que me sirva de consuelo, que no sean tan solo los recuerdos, algo que finalmente me de la paz que alguna vez tuve aquí.

Te amaba... te amo. ¿Por que hoy viene de nuevo tu recuerdo? En el dolor incierto de quemar las naves y olvidarme para siempre del pasado que pesa 40 años de silencios. No estas tú, es cierto. Pero imaginarte aquí es como volver a tenerte de vuelta.

Sin incertidumbre, sin ansiedad, sin enfermedad, sin tiempo.