3 de agosto de 2009

1: Uno

Miró el monitor frío. Las imagenes de una ciudad invisible anunciaban un periodo extraño del pensamiento: Déjà Vu. Sabía que no estaba buscando nada y sin embargo había pasado un año.

Ahora, sobre, con, mientras, después... nada. Todo era un sueño, palabras de una visión inteligible.

Recargado en el respaldo el recuerdo, solo atinaba a pensar en lo que podía suceder en un tiempo sin tiempo, sin orden, sin nada.

Diez días en el exilio, cubierto de imagenes y recovecos de silencios absurdos. Imagenes pornográficas y adulterados por efectos sicotropicos llenan los ojos y parece no haber reflejos sobre el cual guarecer a la imaginacion.

No llueve, es verano, la fauna vuela sobre el clima pretérito sobre la sangre futura...

El duelo, las lágrimas, la esperanza, el amor, la espera, el silencio, los giros del tiempo, la tierra, la mañana, la luna, la nube, el grito, el aura, la palabra, el no tiempo.

Vomitaba un poco por los dedos a veces, mientras sobre el teclado el hielo de la ausencia y la esperanza se mezclaban para dejar auroras boreales mientras se tejen palabras en un tiempo sin mañana.

Un ciclo justo hecho a la medida, no tiene sentido perder la cabeza.

Se pueden extrañar tantas cosas, menos el recuerdo.

Y mientras tanto... uno.

4 comentarios:

  1. ¿Es otra historia o continua?

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  2. Saludos, hace un año ya??

    Versions Célestes

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  3. Caballero:

    De momento esto no tiene nada que ver con el fin de la historia, el cual, dejame decirte, ya había escrito en blogger la totalidad, por cuestiones azarosas este desapareció. Como la sensación de perdida me impide volver a reescribir el final escribi esto para conmemorar un año del blog.

    Versions:
    Sí, ya hace un año de este efecto milagroso que surge de mis dedos, increible, pero cierto...


    Gracias a ambos por pasar a este post y claro por ser parte de este Déjà Vu.

    De igual manera a todos aquellos lectores que me han acompañado a lo largo de este año, gracias.

    Abrazos

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  4. Y hay veces en las que extrañamos el recuerdo, porque ha pasado tanto tiempo, que ya ni siquiera sabemos dónde está.

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