28 de diciembre de 2008

La última esperanza (Simplemente dispara)

Lloraba la tierra un sudor amargo,
lleno de pretéritos sin condenas ni fantasmas,
todo era silencio entonces...
pero el mar de sudor crecía cada noche bajo filamentos lunares.

Nada era entonces como en tu mente ahora. Nada.

Después, cuando el mar es tal como lo sientes ahora;
un sol aburrido se perdió entre los pliegues de un continente asfixiado,
y al caer en sus brazos todo cambió de pronto,
un éxtasis de nenúfares y lotos oscuros flotaron en la atmósfera,
llovía la muerte, llovía petróleo.

Antes de ayer naciste tú,
pero eso ya lo sabías,
a veces me olvido de todo,
a veces pierdo la cuenta del tiempo.
Pero no sé en que punto del planeta está la llave primigenia que extenderá cielos sobre tus manos e iluminará tus ojos de nubes sin tormentas.

¡No!.

Espera...

No saltes aun al universo vacío.

Aún nos queda una última esperanza.

Pero el recuerdo y el olvido no se entienden, no son la misma cosa,
si tan solo yo fuera un buen intérprete,
si tan solo mis huellas hablaran.

Anda... viene la aurora y el crisol de eclipses prohibidos,
tan solo un segundo.
Simplemente dispara... la sangre nos marcará el camino.

2 comentarios:

  1. Me encanta el final tremendamente apocalíptico del poema, es de esos finales que subrayan, como quien no quiere la cosa, y sostienen como andamios.

    Un abrazo
    MArian

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  2. Abrazos de fin de año, Bismark. Espero y deseo que todo lo bueno te suceda todos los días del año que viene, si es posible.

    Abrazos, compañero.

    Gio.

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